Mario Bojórquez Nació en Los Mochis, Sinaloa en 1968.
Es autor de libros de poesía, ensayo y traducción,
y su obra ha obtenido diversos reconocimientos, como el Premio Estatal de
Literatura de Baja California (1991), el Premio Nacional de Poesía Clemencia
Isaura (1995), el Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa (1996), el Premio
de Poesía Abigael Bohórquez (1996), el Premio
Nacional de Poesía Aguascalientes (2007), y el Premio Bellas Artes
de Ensayo Literario José Revueltas (2010). Recibió también el Premio Alhambra
de Poesía Americana (2012). LAUDO
No volverás a ser el que elevada voz Tundía bajo el soplo de almendras infinitas Una canción de cuna para su propio pecho No habrás de ser aquél Que a la sombra de un álamo Hendía el aire con notas dispersadas En el sutil perfume de una tarde en el río No serás ni los días regresarán a tu costa Henchidos de obsequiosas memorias de lo oscuro Solares de desmedida holganza De quietudes perfectas Así como el día pasado ya no vuelve No volverás sobre tus propios pasos A recorrer la senda abierta para ti En el jardín que guarda tu memoria Ni aun en despoblada fronda habrás de hollar A ti debido el tránsito entre frutos de higo De granadas, de flores a tus pies Sólo eres hoy aquél que no querías Eres el que no supo decir lo que deseaba La codiciosa boca que el fruto no mastica Que echa a perder, arpía, banquete y festival Eres el insaciado que mira con envidia La insoportable alegría de los otros El que se duele hasta los huesos por la inocente risa Se te nublan los ojos por la ira Se te hinchan las manos de cruel remordimiento Se emponzoña tu sangre Qué hoguera, qué abandono Qué miserable eres a orillas de la vida Así como el día pasado ya no vuelve No volverán en ti a urdir campanas De fiesta en campos florecidos Ni en tus manos dorará el trigo de las eras Ni blanqueará su nieve en tu molino Como si el universo se te hubiera cerrado En una niebla espesa que te impide Saber cuál es la grieta de la roca Que habrá de ser la fuente donde bebas Como si el universo en contra tuya Inyectara en el aire aquel veneno Que dobla tus rodillas Así como no vuelve el día A girar en sus goznes las horas ya pasadas Y en lo alto su sol habrá de descender Hasta perderse Así te perderás Así te perderás como se pierde El perfume en el aire que siempre sopla fuerte Te perderás de un modo tan terrible Que ni a tus ojos podrás reconocer tu propia piel Ni tus oídos escucharán tu voz Como si fuera otro ese que habla en ti Ni aun tu sangre Responderá en el pálpito Y la lengua pronunciará Un idioma que hasta hoy te es desconocido. Nada se pierde con perderte. Te llamarás Amargo, en tus encías Florecerá un jardín de arborescente sarro Y en tu alta cabeza seborrea arrancará mechones Cataratas de nieblas en tus ojos Te llamarás Llagado sin afrenta La viva piel que ulcera la tierra donde pisa Te llamarás Sin fe Y habrá otro tú Edificado en pena Que infectará en redondo La lepra es justiciera Habrá de distinguirte en el mercado La turba dando voces Anunciará que llegas Que el tufo de tus ácidos Se anticipó a la clara campanilla Y para qué volver te has preguntado Para qué y para qué Y para qué volver Si en el volver hubiera ramos de olor aguardando tu paso Si en leves frondas cuajadas sí de frutos, de alegres floraciones, de luz concreta y ácida, Y allá junto a las fuentes un ejército de náyades danzando para ti Si volver en el agua, dúctil, ligero, fluente; si en el aire Si volver despertara en ti al que eres, si te volvieras vuelta, giro, comienzo de ti mismo Si volverte, si volver te fundara, volverías sin dudarlo Aunque los días pasados no pasaran de nuevo |