Ernesto Carriøn (Ecuador, 1977) Escritor, poeta, ensayista,
editor. Ha publicado más de veinte libros y ha recibido múltiples
reconocimientos, entre los que cuentan: Premio Nacional de poesía César Dávila
Andrade (2002), Premio Latinoamericano de Poesía Ciudad de Medellín (2007),
Premio Nacional de Literatura Jorge Carrera Andrade (2008), Beca para Creadores
de Iberoamérica y Haití de FONCA-AECID en México (2009), Accésit Festival
Hispanoamericano de la Lira (2011), Premio Nacional de Literatura Jorge Carrera
Andrade (2013) y Finalista del Premio Internacional de poesía Jaime Gil de
Biedma (2014). Ha escrito en poesía su trilogía: « ø », formada por los
volúmenes: «LA MUERTE DE CAÍN» que incluye los poemarios: El Libro de la Desobediencia, Carni
vale, Labor del Extraviado y La Bestia
Vencida (Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2007); «LOS DUELOS DE UNA CABEZA
SIN MUNDO» formado por: Fundación de la
niebla, Demonia Factory, Monsieur Monstruo, Los diarios sumergidos de Calibán y Viaje de Gorilas (Tribal, Perú – Fondo de Animal, Ecuador, 2012);
«18 SCORPII: ABIOGÉNESIS» inédito.
LA GUERRA DE LOS MUNDOS
Destapo el corazón y hay un salvaje que ruge, defeca margaritas, pateando sus tambores africanos. Mi madre de otro mundo -Joven Nanú Burukú- palos cuelga de espaldas sobre los terremotos modernos y las casas enmarcadas que aún en los espacios mejorados relámpagos contienen de sorpresa en sus blancos helechos, en sus repentinas ganas de amoblar la cobardía: aquí vivimos cagando en recipientes redondos mientras la luna restalla al fondo como un simio de piedra.
Somos una jauría que sueña un portaviones atrincherada en los comercios donde los obreros preparan su codicia: La Presidencia de la República/ La Tesorería Nacional/ El Viaje al Extranjero/ La Lúdica Noticia de que estamos vivos/ El cuerpo y el carnet vienen a ser lo mismo: algo que se llena de registros. Algo que debe ser agujereado hasta que se torne largamente inútil, moralmente inservible.
La muerte es a Calibán lo que la vida es a Goliat por dos cuarenta. El asco nos recorre como una lengua extranjera el filo de las patrias lleno de corazones aburridos de esa tripa que gimotea hasta el exilio. Nadie quiere ser Yo y describir su cargo y su responsabilidad en esta Patria Impuesta pero con Bandera y Escudo y Sol bien soñado de arenas donde flamea no sé cuál rama vestida de soberbia. Yo no quiere ser Nadie escupiendo hacia el silencio una bola de codornices llameando en balbuceos. La vida es a Calibán lo que la muerte a Tutankamón: un jarrón de oro. Un jardín de oro que no podrá disfrutar por el resto de sus siglos, donde el humo se acomode solo a oír noticias. Camada de sentidos tan dispersos entre calaveras que florecen a mi parentela. Mas, ¿cómo obtengo una voz si mi rostro es sólo un pago a estos ademanes? Qué mujeres más locas y divertidas que son las viejas estrellas sobre este pedazo de continente tan asustado. Hablo pero corro a callarme. Amo pero corro a callarme. Sueño pero corro a callarme. Siento pero corro a callarme. Río pero corro a callarme. Hay un guardián además de los imperios estropeados en los siglos consultados con navaja: América confía en nuestro Dios IN GOD WE TRUST América confía en nuestro Dios IN GOD WE TRUST América confía en nuestro Dios IN GOD WE TRUST América confía en nuestro Dios SALVA TU TRATO
Tempera tras tempera voy a pintarme el racimo de similitudes que hay entre nosotros antes de regalarle mi vida a estos Caídos. Ruge mi salvaje mi destapado corazón aquí ante las orillas de lo que asemeja ser construido por nosotros pero ha sido construido por la sanguinaria musiquilla de una raza metálica. La simetría de nuestros dolores debe tener la forma exacta del amor que Dios hoy piensa viene a limpiar esta odisea toda inflada de espinosos riñones y comidas populacheras y refrenados instintos: Nadie venga a arropar con demasiadas sonrisas a estos gringos pendejos y controladores. Un águila montada sobre un cóndor bajo la rama de un arrayán no concebirá hijo alguno. Cuaja como esperma nuestra tierra bajo las axilas moreteadas una sola luna. Un águila mordiendo un cóndor sobre un arrayán debe ser lo que observo mientras sangran las montañas a raudales. Un águila chupando nuestros tiernos meñiques, hundiéndonos las púas de sus policías debe ser lo que observo mientras caigo de bruces todo vestido al mundo con mi ropa de condiciones de poliéster. Un águila devorando mi canción debe ser lo que escucho cortado aquí en la plaza de los centros y metrópolis gordos de muertas nubes y alumnos de mil escuelas y universidades. Muertas nubes cargadas como búfalos dormidos cubren tu casa y la mía y nadie dice nada. Un águila se afelpa demasiado y amenaza con dormir sobre nosotros como una garúa de tuercas entre emancipadas ciudades y sueños contratados hasta que alguien dice de nosotros que no tuvimos la culpa. Que aquí estuvimos corriendo perdiéndolo todo. Que siempre estuvimos largándonos a la inconsciencia. Arriba crecen los bares y atrás los cementerios: la fiebre programada desde un tanque de guerra. Alguien se animará y también dirá de nosotros que no ganamos nunca. Las manos comprimidas como un capullo de rezos: ovillo de la nada. Una mordedura a paso lento sobre el perro atormentado de nuestras canciones. Muerta la tormenta sobre un suelo de vallas, bien penetrado. Alguien dirá además que huimos y que todo lo que huye merece su respeto, merece su colonia de etiquetas. Todos sienten cómo se empapa de rizomas este cuerpo cancelado hace ya siglos.
Pero la vida debe ser la vida libre de tratos (IN GOD WE TRUST) Un desmayado de mulas contra el hueso alucinante de una madrugada.
Luz contrariada calzándose de un tirón un cinturón de cuerpos.
Hecha solo para correr entre nosotros.
(de Los diarios sumergidos de Calibán) |