Luis Fernando Chueca

            Luis Fernando Chueca (Perú, 1965)

Ha publicado los poemarios Rincones (Anatomía del tormento) en 1991, Animales de la casa en 1996, Ritos funerarios en 1998 y Contemplación de los cuerpos en el 2005. Está incluido, entre otras antologías de poesía peruana, en La letra en que nació la pena (1970-2004), de Raúl Zurita y Maurizio Medo, La mitad del cuerpo sonríe, de Víctor Mendiola (México: FCE, 2007) y Fuego abierto, de Carmen Ollé (Santiago: Lom, 2007). Estudió Literatura en la U. Católica del Perú, donde también cursó la Maestría. Ejerció la docencia allí y en la Universidad de Lima. Actualmente termina un doctorado en la U. Católica de Chile. Ha escrito diversos textos sobre poesía peruana. Entre los más recientes están los libros Umbrales y márgenes. El poema en prosa en el Perú contemporáneo (U. de Lima, 2010) y Espléndida iracundia. Antología consultada de la poesía peruana 1968-2008 (U. de Lima, 2012), escritos junto con Carlos López Degregori, José Güich y Alejandro Susti. En el 2009 editó Poesía vanguardista peruana (PUCP). Fue editor de Odumodneurtse, periódico de poesía y de la revista Intermezzo tropical.



OCASO DE SIRENAS

 

ocaso de sirenas, esplendor de manatíes

José Durand

 

 No sirenas, sino horrendos manatíes

mamíferos obesos que la ansiedad y la distancia

volvían provocativos cuerpos de mujer

 

Y sin embargo, cuando de tarde en tarde,

alguna noche o al amanecer de mis desveladas jornadas

oigo que atraviesa la ventana un canto agudo

y dulce que pronuncia nombres al azar

y siempre son

el mío              el mío              el mío

¿No eres tú, sirena?

¿No es tu voz la que me llama en cada palabra que pronuncias?

¿No es tu mágico chillido el que se escucha?

 

Entonces yo, ¿qué espero para dejarlo todo y

seguir tus huellas en la mar?


¿Será una duda razonable que me impide dar crédito total a mis oídos?

¿Un resto de cordura?

¿Un frío impulso que me advierte de un futuro irreversible y desquiciado?

 

¿O tan solo estas amarras que me detienen en mi lecho,

estas gruesas sogas con que he pedido que me aten

tarde a tarde,

alguna noche o al amanecer de mis desveladas jornadas

cuando la fiebre invade mis sentidos

y presiento el engaño de tu canto?

¿Estos lazos, digo, que me sujetan en la cama,

a otra sirena,

o más bien, a otro obeso manatí igual que tú?

 

(de Animales de la casa, 1996)

 

 

 

MONÓLOGO DE NILIA

 

A estas alturas todo habla de ti

los restos de tus trajes   las huellas

extraviadas en la arena   los muros manchados de

dos o tres dibujos de trazos incompletos

Todo

mientras tú sigues empeñado en ese terco escondite

donde los murmullos ya ni se oyen

donde tu figura se confunde con tu voz casi inaudible

 

A esta hora todo habla de ti

de tu memoria detenida en la memoria de los otros

de tus informes garabatos

amontonados al borde de la espera

 

¿Quién escucha ahora la expresión de tus silencios?

¿quién acaricia el redor de tu garganta

vibrantemente insana

muda

          de terror

por una sombra que nadie nunca ha visto

salvo tú

y que oscurece tus contornos?

¿A qué imagen representas con tu violenta

ausencia

con tu áspera manera de alejarte

con tu carrera huidiza y tus pies sobre una tierra hirviente

que se extiende y recompone?

 

A esta hora todo lo que podía hablar de ti se apaga

y se esconde en un nudo de sonidos

desesperantes

                         desesperados

 

Como de quien no cede a los recuerdos

y abusa de un falso rumor para creer en su presencia

insospechada

 

A esta hora

todo se esconde en una niebla exagerada

todo es parte de un juego de repeticiones absurdas

de ruidos engañosos

 

Todo es parte o anuncio de la nada

y nada es lo único que se oye

 

(de Ritos funerarios, 1998)