Jaime Huenún (Chile, 1967)
Estudió Pedagogía en Castellano en el Instituto Profesional de Osorno y
en la Universidad de la Frontera en Temuco. Entre sus libros destacan: Ceremonias, Puerto Trakl y Reducciones (inédito). Fragmentos de su poesía se han publicado en revistas y antologías
nacionales y extranjeras. El 2003 obtuvo el premio Pablo Neruda de poesía
otorgado por la Fundación homónima. A fines del mismo año, compila y antologa
el libro Epu Mari Ulkantufe ta FAchantü/ 20 poetas mapuches contemporáneos (Lom
ediciones). El año 2005 obtiene la prestigiosa Beca
Guggenheim otorgada por la Fundación Simon Guggenheim de Nueva York.
Parte de sus textos poéticos han sido traducidos al inglés, italiano, catalán,
portugués y croata, y han sido publicados en antologías de poesía chilena
y latinoamericana.
EN LA CASA
DE ZULEMA HUAIQUIPÁN
Junto al río de estos cielos
verdinegro hacia la costa,
levantamos la casa de Zulema Huaiquipán.
Hace ya tantas muertes los cimientos,
hace ya tantos hijos para el polvo
colorado del camino.
Frente al llano y el lomaje del oeste,
levantamos la mirada de mañío
de Zulema Huaiquipán.
Embrujados en sus ojos ya sin luz
construimos las paredes de su sueño.
Cada tabla de pellín huele a la niebla
que levantan los campos de la noche.
Cada umbral que mira al río y los lancheros
guarda el vuelo de peces y de pájaros.
Bajo el ojo de agua en el declive
donde duermen animales de otro mundo
terminamos las ventanas.
Y en la arena hemos hincado nuestras sombras
como estacas que sostienen la techumbre
de la casa de Zulema Huaiquipán.
HUECHANTÜ*
Uno
Las estrellas
giraban en el cielo
quemando como el oro
nuestro corazón.
Los bosques se aferraban a la noche
y el sol venía al mar
desde las blancas montañas de los sueños.
Pasamos por árboles que nos adormecían
con sus pétalos de moribunda luz.
El agua respiraba bajo tierra.
La luna descendía a los dominios
de los animales secretos,
enmascarados por la niebla
y el frío resplandor de las vertientes.
Nuestros caballos
se hicieron aire
y nuestros cantos
vanas raíces
en la escarcha del amanecer.
La tierra nuevamente ardía
y nuestros muertos,
boca abajo,
cubrían con sus sombras
la extensa sombra
de su corazón.
Tres
Contaco río,
cascada
de choroyes, sangre
de las piedras tigres,
herida del sol.
Llévanos.
Ésta es la
barca transparente
que sólo podemos navegar en lo oscuro.
Éstos los remos de avellano
que se consumen en tus aguas
hasta desaparecer.
Justicia
de la corriente que nos arroja al mar,
arena el pensamiento,
espuma el amor
que moja nuestras manos
borradas por la luz del roquerío.
Que vengan las gaviotas a comernos los ojos,
los brazos y las piernas.
Justicia de los pájaros,
justicia de las aguas que se inclinan hacia el sol
por el peso de nuestras almas.
*tiempo de escasez.
(De Reducciones) |