Poeta, ensayista y traductor.
Realizó estudios de Humanidades en la Universidad de Chile. Ha publicado los
poemarios La insidia del sol sobre las
cosas (1998), Calas (2001), Clavados (2003), Multicancha (2005), Ruda (2010),
y el libro de crónicas y ensayos A mano
alzada (2013). Entre los múltiples reconocimientos recibidos por su obra
destacan: Premio de poesía Jorge Teillier (1997), Primer premio en el Concurso
de Poesía Hispanoamericano Vox-Diario de Poesía (Buenos Aires, 2000), Premio
Sor Juana Inés de la Cruz (México-Costa Rica, 2000), Premio del Consejo
Nacional de la Cultura y las Artes, Mejores Obras Publicadas, 2001 (Santiago,
2002) y Premio Pablo Neruda (2005), entre otros. Su trabajo también ha sido
reconocido con el Creative Writing Program de la Universidad de Iowa (Estados
Unidos), la beca de la fundación Rockefeller, y la beca Jean Jacques Rousseau. Ha
dirigido cursos y talleres literarios en Chile y Argentina.
EL FLAMENCO
En el alcázar más alto, en una casa esquina o en una embarcación posa, cual veleta fija, nuestra ave.
Hace equilibro para comprobar su lucidez, observa cual Rodrigo de Triana que no grita tierra ante la promesa, la ilusión, en un mar liso bajo un cielo sin nubes y sin viento:
así está la ciudad: quieta, pero nada es eterno, excepto un flamenco en un alcázar;
cualquier brisa brusca podría desbaratarlo
o doblarle las rodillas (ante lo cual tal vez vuele de vergüenza abandonándonos o tal vez tambalee y choque y muera; no habría rey entonces, equilibrio, alcázar ni visión de tierra firme).
Sus patas agregan altura a la altura del alcázar desde el cual mira con indiferencia a dios y con indiferencia a veces imagina la posibilidad de amor en el ocaso;
ha de llegar, tal vez, el amor, desde aquella dirección infrarroja a la que mira imperturbable.
El tono entre blanco y rosa de sus plumas añora mimetizarse con el crepúsculo; su sangre añora disolverse, desaparecer, morir ahí.
(de La insidia del sol sobre las cosas, 1998)
HOY TU VOZ NO ES LA MISMA
qué timbre, qué nota, qué sílaba extra agrega a su canto el chincol cuando llueve, cuál su criterio al agregar o sustraer una nota o alterar el ritmo del canto sin partitura , que hace celebrar a las hojas entre risas y correrías de colegio y duchar aliterantes su propia tersura su ya limpia fosforescencia, su limpieza: las piezas que a modo de paraguas intentan proteger al príncipe nervioso, el canto que dicta las líneas y el ánimo de quienes
escancian y escancian: //1) escancian
el zumo en jardín de rumores y escuchan absortos ese mismo canto que ha de convertirlos en fantasmas o estatuas o en mismos pájaros //2) provistos de lápices y aparatos, intentan reproducir el canto con sistemas de notación.
Hay hojas, por cierto, y alas mojadas.
(de Clavados, 2003)
ALTA POESÍA
A veces quemo la vela por ambos cabos A veces quemo el aceite de la medianoche y hurgo en libros como con herramientas, contundentes herramientas. Golpean: “ábreme, samaritano, tengo a mi hija en el hospital y necesito monedas para el microbús”. ¿Cómo saber si dicen la verdad?: Se cacha al tiro y creo no equivocarme en estos casos: con alguna herramienta contundente como por ejemplo una pala de jardín —cualquier herramienta es un arma si se la empuña adecuadamente— permanezco alerta a palabras y sonidos de la calle, a la vez que del libro o mi boceto, garabatos; me detengo en una palabra, creo asirla, y esta vez siento que forcejean con ganzúa. Los espero con una contundente herramienta de jardín en una mano. Con la otra leo “oda a un ruiseñor”.
(de Multicancha, 2005) |