ARIS ALEXANDRU
(1922-1978) Poeta, traductor, prosista y guionista teatral de la Generación de Posguerra, nacido en Leningrado. Su lengua materna fue el ruso. A los 6 años se trasladó de San Petersburgo a Tesalónica y luego a Atenas. Por su apoyo al comunismo, durante la Guerra Civil fue exiliado a algunas islas y posteriormente encarcelado. Al comenzar la Dictadura de los coroneles, se marcha a París. Entre otros muchos escritores, traduce al griego a Eugene O´Neill, Dostoyievski, Shaw Bernard, Tolstoi y Chéjov. Publica 5 libros de poesía En 1962 recibió el Premio de la Paz en el Festival de Moscú. Enlace Centro Nacional del Libro de Grecia (EKEBI)
LA LÁMPARA ENCENDIDA Vosotros que obedecéis a gobiernos y Politburós como los reclutas al toque de queda reconoceréis un día que la cantidad de la amargura así que calaba durante años las paredes de la celda era inevitable que llegara a su variación cualitativa y se oyera como grito como detonación. Vosotros que unas cosas decíais a vuestros amigos y otras a la dirección reconoceréis un día que yo era únicamente destinatario de cuanto me mandaban escrito con limón los presidiarios de los dos hemisferios. Si se me debe un honor es por tener siempre una lámpara encendida en mi cuarto y por revelar sus mensajes secretos sosteniendo sus escritos censurados sobre la llama. CON QUÉ OJOS YA AHORA Te apresuraste, madre, en morir. Lo sé, habías enfermado por fascismo y era poco el pan, también yo faltaba en el exilio era poco el sueño e interminables las noches pero aún así, ¿cuál la razón de tu desesperación antes de cumplir los sesenta y cuatro? podías apretar los dientes aún con esos falsos dientes tuyos de oro podías agarrarte a una rama verde a las ramas desnudas al tronco pero sí, lo sé resbalan las manos y el cuerpo del tiempo no tiene corteza a la que cogerte pero podías hincar las uñas y tirar así cinco-seis-diez años como los medio ahogados a quienes arrastra el torrente que se pegan a la viga derrumbada de su casa. Qué significaban diez años si ibas a volver a verme Si ibas a volver a ver días más pacíficos e ibas a ir a la casa de tu infancia con la valla inundada de flores si ibas a vivir en medio de una paz justa oyendo la guerra como el eco lejano de la cascada si ibas a tener un techo seguro como astro si el corazón de los hombres iba a tener un sitio en nuestra casa también en el cuarto interior − pero tú, madre, te apresuraste mucho y ahora con qué manos venir y abrazarme entre las rejas con qué piernas acercarte aquí que tengo a mi alrededor las piedras aseguradas como muros de cárcel con qué ojos ya ver ahora que aquí dentro cabe todo el corazón de nuestro mundo de mañana pisoteado y desde la celda de al lado riega la tristeza
como humedad de hierba podrida.
Incluido en la antología, traducida al gallego:
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