YANNIS VARVERIS (1955-2011) Poeta nacido en Atenas. Fue crítico de teatro, ensayista y traductor. Publicó 11 libros de poesía. Desde 1976 publicó críticas de teatro en distintas revistas y en el periódico Kathimeriní. Tradujo obras de Aristófanes, Menandro, Moliere y Whitman, entre otros. Poemas suyos han sido traducidos a distintas lenguas (inglés, francés, alemán, italiano, español y rumano) e incluidos en antologías. Su labor literaria ha sido reconocida en numerosas ocasiones: En 1996 le fue concedido el Premio Estatal de Crítica y Ensayo, en 2001 el Premio Kavafis por su edición recopilatoria “Poemas 1975-1996”; en 2002 el Premio de Poesía de la Revista Diavaso y en 2010 el Premio de la Fundación Petros Jaris de la Academia de Atenas por el Conjunto de su Obra. Conocido por su tremenda ironía, la cual rozaba la malicia. Atormentado por distintas enfermedades, murió en un taxi, mientras regresaba de noche a su casa. Escena curiosamente descrita en uno de sus poemas. Enlace Centro Nacional del Libro de Grecia (EKEBI) | Enlace Sociedad de Autores Griegos EN EL TAXI CABALGANDO Romántico taxi en mitad de la noche como calesa endemoniada. ¡Da latigazos a tus negros, cochero! Conduce tus caballos a la calle Panepistimíu [1] mientras saludo con una ligera inclinación a las fugaces hileras de árboles de los quioscos y me emborracho en el sopor de tantas luces que me llaman desde la torre de los caños. Digo que des latigazos y gires a Omonia, el Conde en muchas buhardillas secretas, allí tortura sus maravillosos cuerpos un clamor que como niebla se me pega a los huesos; arrójate pues a nuestro seguro asfalto ahí donde se aplacan los chillidos, cuesta abajo. Marni[2], y aún me hundo más en mi asiento con mi humo que me envuelve como al Zorro que me delata nada más llegar ante la ventana y que el aire recoge con la capa. Al final quedaremos sólo tú y yo, cochero yo que ya sabiamente he contado las posibles esquinas de tus espejos para que nunca me veas el rostro y en la calma del viento de la plaza que relincha no me veas bajar ahora, que soplaré un poco las puntas de tu cabello para que me digan sin que lo sientas buenas noches.
EL PADRE NO BEBE EN LOS CIELOS Ayer vi otra vez en sueños al padre. Estábamos sentados los dos en una mesa con un mantel de cuadros. Alguien nos trajo dos vasos de vino. − ¿Estás bien?, le digo. −¡Bien, bien!, y me cogió la mano. −Venga, a tu salud, dijo. −Levantó el vaso, brindó y lo dejó sobre la mesa. − ¿No bebes?, pregunté. −Bebe tú, respondió. Yo olvidar no quiero. Bibliografía en español:
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