Reseña a DE MADRUGADA (Ed. del Dock, 2015) – poemario de Irma Verolín. Por Jorge Paolantonio Quien se interne en el registro de una memoria que evoca mayoritariamente la relación madre-hija y sus espacios identitarios [mi madre ha repetido su nombre en mí / por amor a los espejos] no podrá sino conmoverse por la afirmación de un yo poético que pretende –"despejar el mundo de tanta bruma". En De madrugada –su primer poemario édito- Irma Verolín revive una vigilia donde lo rutinario y algunos lugares comunes son cedazo para que su historia particularice y, a la vez, universalice detalles aparentemente mínimos. Es Argentina, es Buenos Aires, mitad del siglo XX - donde íconos de modernidad globalizadora (la pequeña radio portátil con estuche de cuero, la licuadora y su base de acero, un vestido de fibra sintética) trascienden al objeto y personalizan una historia que apunta al corazón a través del libro en cuatro partes. Los personajes que, en mayoría, emergen del núcleo familiar transitan luz, sombra y claroscuros. Los colores ligeramente desleídos apuntan a una postal de época. Los tonos elegidos - negro brillante, marrón distinguido, marfil que pierde fuerza- apuntan una franja de pertenencia. Los ojos oscuros de madre e hija contrastan con los claros del resto del núcleo familiar. El lector va armándose de una imaginería que ya enfoca la transparencia (el bisel de una puerta de vidrios repartidos) o desenfoca (las figuras tras un vidrio esmerilado). Y la tensión que se construye alrededor de una muerte anunciada cede ante frases luminosas o cierres fijados con maestría. La madre aguarda su final : "morise se parece a un juego mal inventado". Todos están involucrados. La niña tiende lazos permanentes con su madre moribunda. El padre deja que su vida se mueva sin cables; lustra obsesivo los borceguíes con que transita cuarteles; se envuelve en humo; reduce el mundo a un dedo índice sobre un atlas, azota el cuerpo escuálido del hijo mayor. La madre es un vestido floreado y desteñido que camina de espaldas y parte sin darse vuelta. "Yo quiero entrar en mi madre y ella no me deja", dirá la niña. "Yo visito hasta el cansancio la muerte de mi madre", confiesa la niña-mujer. Y en esa confidencia, madre e hija descienden la escalera que lleva quién sabe dónde. Lo hacen en un silencio que puede acariciarse. Poesía bella y doliente. Palabra necesaria la de esta escritora que con "De madrugada" ilumina sentimientos porque –lo dice la autora- escribe "hurgando en la piedra filosofal del lenguaje". POEMAS De "Habitaciones" (De madrugada, 2015) Dice que no quiere morir y lo dice en medio de cualquier conversación mientras acaricia el borde sedoso de la frazada al pasar así soltando un apretado pensamiento que no termina de ser pensamiento en el interior de su desmoronada cabeza frase mordida que al ser soltada despedaza el aire de esta habitación donde todos respiramos mirándola a ella que acaricia el borde de la frazada y habla. Frío. Pienso en el frío cada vez que veo la puerta cerrada de la habitación donde mi madre duerme a cualquier hora del día cuando la claridad se filtra a través de la puerta con banderola y vidrios y un picaporte lleno de nudos superpuertos. El frío llega de todas partes y se enseñorea ¿Quién querría entrar en esa habitación si antes la mano debe soportar el roce de semejante picaporte? Apenas empieza a oscurecer en el patio los vidrios de la puerta se convierten en espejos entonces yo me puedo mirar: cara redonda ojos abismados y ningún resplandor que vacíe el profundo contenido del principio de la noche. De "Antes" (De madrugada, 2015) Mi madre ha repetido su nombre en mí no por falta de imaginación sino por amor a los espejos donde ella encuentra su cuerpo en un equilibrio que creyó olvidar. Al llamarme su voz convierte a mi persona en un eco en una repetición en sonsonete una serie infinita de espejos reproduce mi silueta hasta lo indecible vaciándome pulverizándome. Cuando mi madre me llama se está llamando a ella y al final nadie sabe quién es quién en esta casa. De "Hospitales" (De madrugada, 2015) De más está decir que el tiempo ha dejado de transcurrir aquí las palabras molestan únicamente un puñado de sonidos imprecisos marcan el ritmo desacompasado de nuestra balbuceante respiración. Irma Verolín estudió letras en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires y en grupos de estudios particulares con diferentes escritores e investigadores. En poesía participó desde fines de la década del setenta y hacia finales de los ochenta en el taller “La casona” coordinado por Marcos Silber. Integró el taller coordinado por Héctor Freire y Daniel Calmels y posteriormente el de Gustavo Geirola en el teatro I.F.T y en forma privada en el de Liliana Lukin. A partir de 1988 se dedicó a la narrativa. Ha publicado cuatro libros de cuentos: “Hay una nena que gira”, “La escalera en el patio gris”, “Una luz que encandila” y “Una foto de Einstein tocando el violín” y dos novelas: “El puño del tiempo” y “El camino de los viajeros”. Es también autora de literatura infantojuvenil: “La gata sobre el teclado”, “La lluvia sobre el mundo”, “El misterio del loro”, “El ferretero del tornillo perdido”, entre otros. Ha obtenido diversas distinciones entre las que se destacan el Primer Premio Internacional de Novela Mercosur, el Premio Fondo Nacional de las Artes 1987, Premio Emecé 1993-94, Primer premio de Encuentro de Escritores patagónicos, Primer Premio Municipal Eduardo Mallea por su novela (“La mujer invisible”, inédita), primer Premio internacional “Horacio Silvestre Quiroga”, Beca a la creación artística del Fondo Nacional de las Artes, Primer Premio Internacional de Puerto Rico Fundación Luis Palés Matos, Primer Premio Macedonio Fernández de cuento, tres de sus novelas fueron finalistas en los premios Fortabat, La Nación de Novela y Planeta de Argentina. Ha participado en diversas antologías en el país y en el exterior. Ha sido traducida al inglés y al alemán. Es autora de ensayos literarios y de trabajos sobre evolución de la conciencia y calidad de vida. Es Maestra de Magnified Healing y de Reiki. Ha recibido este año 2015 el Primer Premio de la Fundación Victoria Ocampo de poesía "Horacio Armani" por su libro Los días. http://espiraldesaraswati.blogspot.com/ Reseñas |
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