STAMATIS POLENAKIS (1970) Poeta, dramaturgo y traductor, nacido en Atenas. Estudia en el Dpto. de Literatura Española de la Universidad Complutense de Madrid. Ha escrito obras de teatro y, junto a Dimitris Angelís y Dimitris Eleftherakis, ha publicado el libro: Con el revólver de Mayakovski (conversación sobre la poesía; Atenas, 2010). Desde 2002 hasta hoy ha publicado siete poemarios. Ha traducido obras teatrales del español al griego y alguna obra dramática suya ha sido representada en Atenas. Es un poeta lírico con influencias de Livaditis y en sus poemas hay referencias a la literatura rusa. Enlace Centro Nacional del Libro de Grecia (EKEBI) EL TRINEO DE TRAKL Hay veces, creo, en las que el breve paso de un poeta por la vida es seguido por fenómenos inexplicables. El 3 de noviembre del año 1914, a medianoche exactamente, el cielo de Cracovia se iluminó con brillos repentinos. Fue en aquel momento exactamente cuando la quinceañera María Braunek, muda de nacimiento, comenzó de repente a hablar en una lengua ininteligible. Sólo ella había entendido la verdad, sólo ella había visto el trineo de Trakl planeando por encima de los hielos. TRILLO DEL DIAVOLO Y si el diablo os toca de repente a la puerta en mitad de una noche lluviosa, abridle de inmediato sin ningún titubeo, habrá llegado simplemente a tocaros al violín una espléndida sonata (gustan al diablo este tipo de visitas), así exactamente (una noche semejante) se le presentó al compositor Giuseppe Tartini, aunque yo no estaba presente en aquel encuentro, puedo fácilmente recrearlo, pues algo así debieron de oírse las últimas palabras de despedida del diablo hacia el músico: De forma gratuita te ofrezco esta sonata y no exijo tu alma ni nada, lo único que busco es la música, débil artimaña para burlar un poco al tiempo en este infierno de aquí en que todos nos encontramos. EL CREPÚSCULO DE GUSTAV ASCHENBACH Yo, Gustav Aschenbach, último habitante de una ciudad que se hunde, desperté una noche con música suave tocada por una orquesta de muertos, soñé que caminaba por un inmenso desierto cegado por el sol de la belleza y de la muerte. El último barco silba al zarpar, nos quedamos nosotros dos, Tadzio; solos completamente, en medio de un mundo de ciegos, tú y yo y las ruinas de Venecia bajo la lluvia. |