Aleyda Quevedo Rojas

(Quito, 1972). Poeta, periodista y gestora cultural, actualmente trabaja como consultora de comunicación de Unicef. Ha publicado Cambio en los climas del corazón (1989), La actitud del fuego (1994), Algunas rosas verdes (1996Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade), Espacio vacío (2001, 2007), Música oscura (antología, 2004), Soy mi cuerpo (2006), Dos encendidos (Venezuela, 2008); La otra, la misma de Dios (2012). Compiló la antología Trece poetas ecuatorianos (2008). Colabora con las revistas La Otra (México) y Agulha (Brasil). Poemas suyos han sido traducidos al hebreo, portugués, alemán, francés e inglés, y figura en diversas antologías y revistas de Hispanoamérica.




Sólo tú, poesía

 

Una reluciente hoja de un solo filo

Mi arma blanca con mango de concha nácar

que no logró entregarme la dicha

El amor y su exigencia

Esa llama que me quemó, arrastró y hundió

Ni navajas, ni besos, ni cuerpos

Ni siquiera el solo estar, dejarse estar

Ni el aleteo de la fe en forma de religión

Ni el palpitante viento con sus dilemas

Nada me sostuvo hasta llegar a este momento

Solo tú poesía haces que valga la pena

seguir al borde, a la intemperie de vivir

en el reluciente filo de una navaja que pocos conocen.

 

 


Limón perfumado

 

Soy mi cuerpo

atrapado por partículas

de otros cuerpos

 

Cuerpo

que enjabono en el mar

reconociendo suciedades

y miedos

 

Miedos míos

enjuagados con

el agua que todo lo cura

la sal de mi sudor

los celos bien guardados

los dulces jugos

y de nuevo el agua

que me concede

un cuerpo nuevo cada día

 

Cuerpo fresco

tendido en la cama

como limón al filo

de la ventana

 

Y el sol quemando

el vidrio

la madera

el limón

perfumado y desnudo

de la ventana que soy

 

¿Sé quién soy?

me miro

en el largo espejo del baño

tengo 33 años

nunca estuve tremendamente sola

abandono de perras

que te marca y deja sin curiosidades

 

Lloro y mis piernas blancas

se vuelven negrura profunda

que bloquea los sentidos

 

Quién es mi cuerpo

puede afrontar sus propias

desgracias

incluso las más asfixiantes horas

ansiedad

falta de ti

horas cuando me fundo con un monstruo

que conozco bien

 

Cuerpo mío

pólvoracielo

intenso estallido

de lámparas que filtran tu claridad

sobre mi pecho

 

Soy este cuerpo mío.