de
Deusto, en Bilbao, Espana. Ha publicado los ensayos: Leopoldo Benites, vida y obra (2005), Novela y región cultural (2010). Las novelas breves: Perro Lógico (2006) y Rodríguez, el unicornio (2010).
Quito,
me ha caminado
por tantos senderos,
ha repechado laderas,
jugado en mis parques,
se ha sentado a esperar autobuses,
ha visto amigos, gastado zapatos.
en mis calles serpentinas
se ha dividido al llegar a una esquina
y regresado después buscándose.
ha olvidado el nombre de mis direcciones.
a cada instante,
quito me encuentra por años de vivirme
y se pierde de nuevo entre la gente.
él me quiere tanto
que a veces
con su halo de gigante
me garabatea caballitos
para que entonces
yo
lo ande.
La luz
del sol a veces atraviesa las frondas de los árboles
y deja charcos de luz sobre la calle, después la
noche
cubre el tiempo y la tierra
y la luz empozada permanece, y de allí mi boca bebe.
Las paredes no paran y no tienen raíces.
Sólo los árboles, la tierra han sido viejos:
que importante es haber sido viejos.
La sangre es un bramido y los muros siempre fueron secos,
allí sólo hay silencio.
En la muerte nadie canta, en la muerte hay pétalos de piedra,
escozor y sal negra. No cierres las puertas de esa tarde:
entre caminos de polvo, soledad y piedras,
corre un arroyo de niños entre los olmos
y las tímidas higueras. Si Dios le hubiese dado alas al aire.
No se puede esconder tanta presencia: la cebada
al borde del camino, montañas, horizonte.
Seré la semilla de un árbol de limones.
Hojitas verdes, amarillas después
y azoradas de nostalgia. El aire se eleva. El suelo se ha caído,
nadie más que el tiempo que no existe lo puede levantar.
El suelo se ha caído.