Rocío Soria


(Quito, 1979). Publicó Huella Conceptual, libro con el que obtuvo el II Premio en el Concurso de Poesía, Universidad Central del Ecuador, (2003); Premio Internacional de Poesía Fanny León Cordero, (2005); Medalla de Bronce en el Concurso de Poesía, Cuento y Ensayo, Facultad de Filosofía, Universidad Central del Ecuador, (2006); I Premio Concurso del Libro y de la Rosa, (2006) y Premio Nacional Ileana Espinel Cedeño, (2008). Publicó El Cuerpo del Hijo, (2008) e Isadora, (2010).

 




Temblor

 

Y temblar es solamente transcurrir,

doblarse sobre uno mismo como ante un vertedero y dejar gotear una baba con sangre y lágrimas, con sangre y muelas,

hacerse pequeño, abrazarse, cubrirse el rostro pero no morir,

sólo ovillarse, enfundarse,

desfigurar el rostro, llorar.

 

Y llorar es solamente transcurrir,

caminar por las cuchillas del día,

gritar, quedarse mudo por completo, arrodillarse en la puerta de urgencias,

cagarse del miedo, doblarse ante el vertedero y gotear,

hacerse pequeño, cubrirse en rostro pero no morir,

sólo reducir el poema a la menor cantidad de palabras

para que sea aullido o pelota de aire en el pulmón.

 


Elfos

 

Los elfos en la casa de papá, zumbaban por entre las macetas, buscaban  la flor más roja, sorbían su néctar; la abuela decía que ellos preferían las flores rojas o las de color naranja. Un día los elfos dieron con el rojo poema de su corazón. Jamás la volvimos a ver.

Mi hermano, a su vez, hablaba con los gorriones, les sacaba de juicio, les ponía nombres o apodos, les hacía algún cuento chino, jugaba al cuarenta con ellos, les daba pizco sour hasta que se volvieron sus panas y le confiaron un secreto que desconozco. Él estiró los brazos hacia lo alto, dio un grito, y voló desde su silla de ruedas. Jamás lo volvimos a ver.

Hace casi un año en la casa de papá se puso la noche, los ojos verdes de él se volvieron pájaros quindes y en las bóvedas de su cuerpo afásico y paralítico solo ellos sobreviven, aletean convulsamente y a veces se posan vagos en la cara de las mujeres, no las reconoce y cierra sus ojos con desconsuelo, es preferible ser atormentado por los recuerdos que por la falta de ellos… a ellos, a sus recuerdos tampoco los volvimos a ver.

Nosotros fuimos parte de sus recuerdos, tal es así que jamás nos hemos vuelto a ver, ni siquiera en los espejos, ni colgando la ropa en el alambre o fregando los pantalones en la piedra, o lavando con el cáñamo los zapatos.

Es gracioso, somos un trío de espectros femeninos en la casa de papá que ahora es la casa de los pájaros.  El lecho, la música, los cuerpos se volvieron agua, luz en el túnel o material de mullido y unos pájaros desconocidos ahora nos picotean los ojos.