BALANCE MORTAL
Alma y carne gimiendo
un féretro esperando
a veces sin almuerzo otras veces sin cena
para honor de la glándula que engorda mi osamenta
tres litros diarios de agua de boldo para el mal
que detiene mis pasos
que siembra mi antológica mi suave piel nevada
de verdes rosas lívidas
la nostalgiala tonta azul negra divina
dejando con orgullo sus bellas posaderas
sobre un tatarabuelo canapé de tres patas
los diez años que hielan los huesos de mi padre
fugándose en un tiempo de atrofiados murciélagos
la dulce y pura santa que me parió temblando
abrazada a su Cristo diminuto de palo
esta grave y sardónica y despiadada ráfaga
que se hunde aquí que a veces
piruetea y sonríe
desdeñando su vuelo de grises aves muertas
las voces incoloras de la calle sonando
el espejo del mar reflejando la angustia
exhausta
sin remedios sin médicos sin dioses
mil siglos bostezando
y en un cajón de cartas insípidas o líricas
un rizo de Oscar Wilde peinándose mi olvido.
El
corazón no tiembla
el cerebro sin lámparas
se puebla de infinitas defunciones ambiguas.
La vida no
ni el odio
ni el amor
ni las gentes
sólo mi sola sombra
las rosas putrefactas
los puñales del viento
las tricomonas ávidas el tiempo aborrecible la nada
desangrándose
y todo tan completo
tan humano
tan simple
como la luz el pus y las carcomas.
De Triángulo (1960)
DISLATE CON PASTILLAS
Pertranquil
Esencial
Pankreoflat
Flaminón
Peridez
Baralgina
Tioctán
Persantín
Buscopax
Irgapirina
mosaico adocenado
del templo drogadicto
que oficia diariamente
en mis entrañas
(todo para que el hígado
el insomnio los nervios
el músculo cardíaco
los dedos que hormiguean
retrasen los relojes
que marcan sin remedio
el infallable paso vencedor de la muerte).
De La corriente alterna (1978)
UN BALANCE DE COSAS ADORABLES
La Poesía -su vuelo, sus raíces-
el universo del Amor que crea.
La democracia. Dios. La madre. Un niño.
El mar indetenible y desterrado.
Tus ojos pardos, tus dorados brazos,
el fulgor de tu estatua,
mi desvestido corazón amándolos.
César Vallejo -el hondo, el desolado-
sangrándome, sangrándome, sangrándome.
Infinidad de cosas que adoro -que adorables
mido en silencio- como
leer un libro puro -puro de fiel belleza-,
oír en mis pestañas el leve son del viento,
ver caer lentamente la lluvia recordando
tiempos idos -perdidos- vividos en la sangre,
escribirte una carta profundamente tierna,
fumar un cigarrillo, suspirar añorándote.
Cosas, seres, ensueños adorables que adoro
como las nueve letras de mi puerto cálido,
Dostoiewski, Oscar Wilde, Peter Tchaikowsky, Whitman,
Mozart, Rodin, Beethoven, Goya,
la libertad, la libertad, la libertad sagrada,
el espíritu, las cumbres, las mesetas
de mi Ecuador febril y sus milagros,
Medardo Angel Silva y su lira de estrellas
soñando aún fulgores, hasta siempre cantando,
los poemas de Emily Dickinson, Delmira,
Miguel Angel Osorio -azul Porfírio oceánico-,
el tiempo rosacruz, Charlot, Sophia Loren,
las flores, Baudelaire, Rimbaud, Sapho,
el evangelio de San Juan, el puñal de Alfonsina
y la lumbre de Fausto entre las sienes.
Seres puros, rebeldes, desnudamente humanos:
Simón Bolívar liberando pueblos,
Don Alonso Quijano en la quimera,
Jesús -el alma de la Luz- reinando,
posiblemente yo si tú me amaras.
De La estatua luminosa (1959)