Santiago Vizcaíno Armijos
(Quito, Ecuador, 1982). Licenciado en Comunicación y
Literatura por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Ha sido
supervisor de estilo de diario Hoy y
director editorial de Superbrands Ecuador.
Actualmente es editor de la Dirección de Publicaciones de la Casa de la Cultura
Ecuatoriana Benjamín Carrión. Además, es editor, corrector de estilo y redactor
de diferentes publicaciones a nivel nacional. Textos suyos se han publicado en
las revistas Letras del Ecuador,
Rocinante y Retrovisor. Su primer
libro de poesía, Devastación en la tarde,
y otro de ensayo, Decir el silencio.
Aproximación a la poesía de Alejandra Pizarnik, han sido premiados y
publicados en 2008 por parte del Ministerio de Cultura del Ecuador dentro de
sus Proyectos Literarios Nacionales.
En la penumbra
Mientras
dormita,
el
ligero movimiento de su ceja esconde una tortura.
Siente
que su respiración se agiganta como la víbora que devora al ciervo.
Bosteza.
Toda
aparente claridad se ha vuelto obtusa.
Su
visión es un estertor.
A
lo lejos, la angustia se reviste de una soledad muy tenue.
Tiembla.
Su
corazón se descuelga de las ramas de los cipreses.
Desde
arriba,
su
cuerpo se ve tan vulnerable como la cola de una lagartija.
Inmóvil,
frente
a un espectáculo de lunares que resplandecen,
puede
distinguir la gruta del temido infierno
donde
una enorme boca devora los cráneos de los bueyes.
La
saliva moja su almohada:
tibia mucosidad de los perros.
Hileras
e hileras de rocas
que
lastiman esa oscuridad omnímoda,
ese
frío intenso en el que tiritan las espinas de los cactus.
Su
brazo busca un asidero como los borrachos alucinados con la luz de un faro.
No
ha de despertar.
No
hay hogueras para el tembloroso.
En
la desolación del universo
solo hay un cuerpo que palpita.
Poema desierto
La
sombra de un abrigo hace del fuego
el
lugar de antiguos sortilegios.
Es tan tórrido el
silencio de esta tarde
que la luz me devuelve
una mueca de espanto.
Dejo que se acerque el
humo de la noche
y palpo su densidad
octubrina.
Veo cómo se desangran
las reses sobre la hierba.
¿Qué
significa esta complacencia tan nuestra
sobre
la rama del pájaro?
Asistimos
a este encuentro como los niños a los funerales.
Cada
gorgoteo es un universo
al
que se obligan las mariposas entre los abedules.
Nacimos
así,
tan
desvergonzadamente tibios,
sangrientos
como torpes sanguijuelas.
A
lo lejos,
la
ciudad se mueve como el colibrí frente a la flor.
Yo tengo la intención de
alimentarme de gusanos.