Periodista, crítico de arte, editor y poeta. Ha publicado en La Habana ocho poemarios por los que ha obtenido diversos reconocimientos. Entre sus libros destacan: Primeros argumentos (Ed. Extramuros, 1974), Dictado por la lluvia (Ed. Letras Cubanas, 1976), A dos espacios (Premio “Julián del Casal”, Ed. UNEAC, 1981), De vital importancia (Ed. Abril, 1984), El Arca de la serena alegría (Premio “13 de Marzo”, Ed. Universidad de La Habana, 1985), Memorias del sueño (Ed. UNEAC, 1989), Ómnibus de noche (Ed. UNEAC, 1995), Las dos macetas de geranios (Ed. Gente Nueva, La Habana, 2003), Un perro en la casa del amor (Ed. UNEAC, 2003), La violenta ternura, antología (Ed. Letras Cubanas, 2006). Aparece incluido en importantes colecciones de autores cubanos, tanto en la isla como en el extranjero. Su obra ha sido traducida al Italiano, Francés, Inglés, Alemán, Ruso, Portugués, Vietnamita y Macedonio.
EL HIJO PRÓDIGO
Y heme aquí en el punto del comienzo
Cabalgué como un predestinado Cabalgué como un renuente Cabalgué con la inocencia de quien pierde la lumbre, el sosiego que sólo fija el mar.
Aquí estuvo el hogar. Aquí, la mesa sobre la que cantaba la hermanita Aquí, los instrumentos de triturar olores Aquí hubo una mujer cuidando el fuego Aquí, los hijos, sus manos todavía inhábiles, nos prevenían, nos incitaban, nos exigían más
Quien padece la salmodia del viento no teme llamar a los postigos Sólo entrever –la humildísima hendija–
Adentro se oyen pasos similares a los míos Adentro, los murmullos, las caricias invisibles Adentro, el tigre que desgarra los sueños
He vuelto, oídlo bien, he vuelto Puedo pasar un día o un siglo ante el templo con la apariencia de un borracho ciego
Terminarán por aceptar mi rostro cruzado de verdes cicatrices
VISIONE LATERALE DI NUDO FEMMINILE*
Para Roberto Fabelo
La noche aún no ha descendido hasta el momento en que se funda con el negro de los ojos
Es la peor hora para la vista lateral de un cuerpo que la luz resolvía con generosidad
Tan fina es la nariz Exactos los volúmenes del seno y la pierna La lúbrica mano justo en el lugar
El pobre Albert la entrevió cercana y distante como el fruto en la rama más alta del ciruelo
Y es rotunda como la verdad Y es implacable como la venganza Y es irrebatible como el tiempo Y es sensible como el llanto Y es, en resumen, como las grandes palabras que nunca servirían para develar, en su perfecta imperfección, el amado perfil de una mujer desnuda
*Apunte de Durero
DE UN GRIOT PARA SUS HIJOS
Voy nombrando las partes al tiempo que las toco La lanzadera, el huso, la fragua donde duermen con ligerísimo sueño el viento, el fuego y la materia
Purificado el cuerpo, pasado el tiempo del aprendizaje silencioso, voy diciendo los nombres que la noche me puso en los labios: Gubia para extraer el corazón de la madera Escalpelo furioso Pensativa reja del arado
Digo, nombro, tomo posiciones, me apropio de lo que siempre estuvo allí para dolor y regocijo
Junto el barro del amanecer Su forma ya no imita Sólo quiere ser barro
Para que no se sequen, expongo las palabras sobre la hierba de la isla
En su oscura esencia todo queda dicho
Comience el día, cada cosa ocupe el espacio de su nombre
Pasado este momento, pueden tocar mi túnico y mi carne Dispongan del pan que les dejo servido
Y no me reverencien
Después de todo no soy más que un hombre, irreconocible entre tantos que a esta hora, en rebaño, se agolpan a la entrada de las usinas, los estacionamientos
y los ministerios |