Edwin
Reyes (Barrio Pozas
de Ciales, 1944 – San Juan, 2001) Poeta, columnista, reportero, guionista,
cineasta, activista político y publicista. Cursó estudios en la Universidad de
Puerto Rico, aunque se consideró a sí mismo autodidacta. Fue miembro del Grupo
Guajana desde sus inicios en la Universidad de Puerto Rico, además de militante
activo del entonces Movimiento Pro Independencia y luego Partido Socialista
Puertorriqueño. Publicó cuatro
poemarios: Crónica del vértigo
(1977); Son cimarrón para Adolfina
Villanueva (1985); Balada del hombre
huérfano (1990) y El arpa imaginaria
(1998). Durante su última década de vida incursionó en el cine, realizando
cinco documentales. Dirigió un largometraje para televisión titulado ‘Punto
final’, con jóvenes del proyecto Cine-escuela del Municipio de Caguas. Dejó
inconclusos varios proyectos, entre ellos una novela, El arpa en la creciente, y el poemario El arca de papel, además de varios cuentos y canciones inéditas.
Póstumamente se han publicado poemas y cuentos en Flor de lumbre (2004), una antología de poesía Guajana, y Relatos en Espigas, cuentos del grupo
Guajana (2007).
CIUDAD PARIA
vieja esquina Los Santos el himno en la pared la mala muerte por arriba la ausencia la danza jubilosa de los niños sobre la tarima del pueblo nos despedimos entre la muchedumbre quedé pensando en aquel bar oscuro de la San Sebastián donde Yuyo afila su pena y tú me viste con la cara llena de cicatrices con las manos hechas pedazos en un sofá mirándote como si estuviera intacto el tipo hablándome cobrándome cervezas devolviéndome a la ilusión de que no es nada y que al fin la nostalgia la bruma que me hiela el deseo terrible de no quedarme solo de no mirar la noche cercando la bahía como un toro el deseo de bajar poco a poco por la calle del Cristo comentando los gatos inventándome historias para que surja la ciudad junto a mi brazo y puedas comprender por qué Yuyo es la sombra por qué René callado recuerda la metralla el rostro mutilado y la luz fría de un amanecer en Corea imagínate a Pin el loco con su cuerpo quemado por la muchachería cruel la antorcha horrenda en el Bulevar retorciéndose el Oso la pierna enferma enorme inevitable el corazón entonces la calma la paciencia de Juan la violencia de Juan que rememoro esta noche en la esquina Los Santos mientras busco en tus ojos de casual hermosura un poco de otro mundo y muchas cosas la nostalgia de Dopi el raterito triste que vendía baratijas en mi barra y bajaba de tarde entre claro y oscuro por la calle La Cruz hacia La Luna con sus dos shopin bags y su destino fugaz de baratija me acuerdo de El topo atormentado por la frente de Carmen conocida en un café de estudiantes y muerta años después sin la ilusión de luchar o simplemente sin ilusión por qué luchar daba lo mismo a la hora del golpe en que su cuerpo que tanto buscó el amor quedó tirado inmóvil con la fría carencia de una vasija rota qué cosas de Martha por ejemplo me quedaron milagros papeles como brasas en mi camisa vieja sé que dijo una vez algo de mirar juntos por la misma ventana y eso hicimos de pronto una noche en el muelle contando sordos ebrios los barcos del asombro recuerdo la carrera la huida calle arriba por no pagar la magia de aquella verde horrenda discoteca allí anduviera mi alegría de haber sabido que esa noche la heroína y los duendes ganarían para siempre tú que no me conoces que con manos casuales despiertas la nostalgia que echa a andar como un gato por calles y zaguanes y antiguas azoteas saltando aquí y allá irguiéndose en el mismo precarísimo instante en que los Beatles ajenos a la muerte que ronda la terraza dicen a una muchacha que como tú no me conoce la sílaba más honda de Because recuerda que hay memorias de sangre lupanares puñaladas que parten la vida en dos tragedias como si este silencia no fuera aquel muchacho su mano adolescente sellando entre dos calles la caída de su cuerpo atravesado y rojo de muerte carnicera imagínate al menos la ciudad cuando estalla el asombro de Cumberland cercado por la fiebre y por su propio corazón cercado o de Riggs frente al mar cuando la bala de Elías cuando Irma matando avanza abrazando mendigos locos putas hijos de la miseria amargos hijos de estas calles que andamos como duendes remotos recogidos y extraños como el viento en los muros |