Poeta y ensayista. Graduada
en Filología con especialidad en Literatura Hispanoamericana de la Universidad
de La Habana. Ha publicado los libros de poemas Vuelo posible (1994) y Las
estaciones íntimas (2006). Así mismo, los ensayos La Magna Patria de Pedro Henríquez Ureña. Una interpretación de su
americanismo (1980, 1981), Premio Siboney de Ensayo; y Complicidades. Ensayos y comentarios sobre literatura dominicana
(1998). En 1996 antologa y presenta para una red de diarios iberoamericanos el
Periolibro dedicado a Pedro Henríquez Ureña, bajo el auspicio del Fondo de
Cultura Económica de México y UNESCO. En el 2000 fue jurado del Premio
Latinoamericano y del Caribe Juan Rulfo. Sus poemas han sido recogidos en
numerosas publicaciones y antologías dominicanas y extranjeras.
CIRCENSE
De todos mis oficios prefiero éste: volatinera en el vacío un millón de luces en mi cuerpo un incendio sin llamas ni cenizas de reflectores muertos y hay un suspenso de redobles porque he tocado con mi pie la cuerda.
Hilo desnudo para pie desnudo y tembloroso alto puente único entre este lado y la otra orilla que me espera. Sin el antifaz atroz sola yo en esta carpa que enciendo con mis ojos que encandilo con mis manos que apaciguo en este momento en que todos me esperan allá abajo.
Pero, yo, volatinera en el vacío del mundo-muerte inevitablemente caigo hacia arriba.
DECLARACIÓN
Juro vivir mi vida sin treguas armada hasta la muerte sin aflicciones ni miserias con mis culpas y derrotas bien lavaditas y aireadas vivir sin torturadores o con ellos pero sin pie para la traición sin santos ni sobornos sin traidores o con ellos pero sin pie para la traición vivir amor aunque me rompa el alma pasajera de desastres ventrilocua de lo indecible contrabandista de valijas rotas de amores y contramores aunque me toque la muerte aunque me claven las uñas vivir con lentitud o con demencia con la luz o sus negruras ahora y después hasta ganar la batalla.
MOMENTO
Duele el gozo que propones de quedarme quieta sin respiros ni suspiros sin delicias de desnudo sufrirte llama cuando me quemas pero qué alivio cuando me haces agüita de yerbabuena en el justo momento que tus manos caen sobre mis senos y se escapan buganvillas y flamboyanes relojes de mares y no de arena turbados camafeos familiares augurios y ceremonias los mil y un nombres ilustres que le han dado a esta franca unión de cuerpo a cuerpo de alma a cuerpo de labio que dolería más si resistiera el dócil camino que le señalas. Quedarme presa en esta furia quiebra de todos los rompientes presos en este prendiapaga en el compás de la danza antiquísima que seguimos hasta la redondez de su misterio. |