DISPERSIONES
en tus pesadillas soy un extranjero que mira madurar tu cuerpo el mar es un fruto verde que no podemos morder porque la lengua reconoce la traición y la desdeña. el tigre corre, a pesar de la bala en sus costillas. la poesía no se crea ni se destruye, sólo se transforma. escribo ahora que la inmóvil terquedad de la tortuga /me aviva el rencor.
NÚMEROS
Uno
El cangrejo perforó la garganta de tu abuelo que era un pez y abría la boca buscando el oxígeno que el agua turbia y mínima había gastado
Envejecía aleteando en la pecera y desde ahí mirando a los que juegan dados con la muerte
Llevas el mismo nombre y tu apellido es un mar donde avisan las ballenas que la muerte ha visitado tu memoria
RIESGOS
los ingenieros querían hacer un puente que condujera el ojo hasta un muslo de mujer o la palma de la mano hasta un cuerpo de mujer y querían hacer el puente para llegar a una mujer sin tocar siquiera el agua pero la mujer cada vez que comenzaban a construirlo lo dinamitaba
EJECUCIONES
en los saxofones anida un ave rara picotea las llaves del instrumento provocando melodías extrañamente dulces rechaza la vieja embocadura argumentando olores rancios y la cambia por un trozo de bambú en el que viene escrita la partitura que ejecuta por las noches y el ave rara comienza a enceguecerse cuando descubre que los ciegos inventaron la música y repite la misma melodía sólo que más lento tanto como su vuelo posterior hacia el paraguas donde el ave decide que no llueva para dormir como un cadáver terco mientras los saxofones salen a la calle a encajarle a la ciudad en plena cara una música vieja que recuerda el olor de las tabernas
DEFINICIONES
Ella está hecha a semejanza de las cosas que amo. Se parece a la noche, o mejor: a una noche sin ausencia.
Ella es exacta. Cuando la noche escurre, su cuerpo se humedece. Me permite trepar por mis temblores y agita su nombre desde la oscuridad.
Ella es irrepetible. Nació en las piedras donde empieza mi desorden.
DESCUBRIMIENTOS
colón no descubrió a esta mujer ni se parecen sus ojos a las carabelas jamás hizo vespucio un mapa de su pelo nunca un vigía gritó tierra a la vista -aunque vuelan gaviotas en las proximidades de su cuerpo y en su continente se amanece cada día- a esta mujer no la descubrió colón sin embargo estaba en el oeste era un lugar desconocido y para encontrarla hubo que andar mucho tiempo con una soledad azul en la cabeza
(De Donde habita el cangrejo, 1980)
ORACIONES
I
Aún no he terminado de llorar por mis muertos; tengo un nudo desnudo en la garganta porque no he terminado de llorar por mis muertos. El pecho acorralado, temblorosas las manos, mi respiración da cuenta de que no he terminado. En mi memoria viven todos ellos. Mi memoria no acaba de llorar. Aún no he terminado de llorar por mis muertos.
APUNTES DESDE UN TREN
IX
Un hombre es solo pero puede tener un instrumento para tocar si le place y cantar lo que le antoje
Un hombre es solo pero puede tener un buen amigo y desde un alto sitio ver un paisaje limpio
Un hombre es solo pero puede tener una mujer y acariciar su pelo y amanecer desnudo junto a ella
(De La manzana en la cabeza, 2000)
MUTISMO
Tal vez no haya un silencio más sereno que el tuyo: vocablos que escaparon de tus sueños inciertos. Tienes pocos recintos para explicar la vida, tus palabras se agotan (manantial de ciudades) y se pudren (manzanas negras y abandonadas). No se puede decir que el mundo está girando, no puedes hacer más de lo que ahora haces pues no eres superior a lo que puedes. Compra un hermoso cactus, adorna tu florero, un cuchillo de nubes que corte serpentinas, una cuchara grande que refleje la luna; adquiere un cordel verde para volar al cielo y finge ser un ángel que supo enamorarse y no se ha arrepentido.
A VECES EL POEMA
Lo construyo despacio, es lo único que tengo. Lo construyo despacio porque sé que algún día aunque no esté presente habitarás mi casa, así sea por un instante. He de seguir cantando porque en estas paredes escucharás mis voces aunque no esté presente.
MUERTE DE RILKE
¿Dónde leí que Rainer María
Rilke murió por la La rosa no viene a mi poema, viene la espina de la rosa. Pero no llega hasta el papel la espina, se clava en la palma de la mano de Rainer María Rilke. De ahí brota una gota de sangre y se escurre a mi poema una mínima rosa. ESTA MUJER Y YO Esta mujer y yo, que sumamos un siglo, nos unimos en el beso original bajo un desnudo encino, sobre un lecho de hierba, mientras la luz del sol se abre paso entre las ramas como un ave que se acerca al nido. Esta mujer y yo, sobre la arena suave, a la sombra de una roca sin pecado, damos un giro a nuestros cuerpos humedecidos en una sola voluntad. Aunque en verdad esta mujer y yo estamos en un lecho conocido, imaginando, amando, y en el momento exacto nuestros cuerpos irradian una luz que se escurre como el sol entre las hojas o una gota en la piedra y el manantial de la vida brota nuevamente en estos dos cuerpos que reúnen un siglo pero no han olvidado el origen del mundo.
(De El álbum blanco, 2004) |
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