HISTORIA DE ÁNGELES I
Entonces fue que el ángel se acercó y dijo: tendrás sed de mi carne y vagarás hambriento. Luego, haciendo ondular su oscura cabellera se hundió en la incertidumbre de su concepto
Intentaba el ingenio comprender los alcances del ángel entre fiebre y bostezo, vagas contemplaciones; pertinaz, sin embargo, se enfrascaba en conciertos de incomprensible música, salvaje y presuntuosa.
Tendrás sed de mi carne y vagarás hambriento. Y su cadera trascendió la condición humana. El Único, obstinado, doblegó el idioma y lo hizo parir la flecha.
Quiso luego ejercitar su arco inconfesable. Premunido de un cóndor se dispuso a la barbarie. Y no logró más quietud que un deambular inédito por las inmediaciones del hastío.
Quiso luego la forma, cogió su flecha, la cadera del ángel se apagaba a lo lejos hacia ella apuntó con intención diabólica y un alarido turbó la paz inadmisible.
Tendrás sed de mi carne y vagarás hambriento dijo el Único al Ángel y lo ensartó en el infinito.
HISTORIA DE ÁNGELES II
Yo quiero una mujer para apagar mis ansias, dijo el ángel, y un gesto obsceno le oscureció el semblante. Estoy harto de alas y miriñaques, ahora quiero deshonrar mi estirpe entumecida.
Quiero unos pechos vastos, formidables en extensión incierta como pensamientos humanos; que se hundan en ellos mis torpes manos pudibundas. Mis antiguas plegarias han de ser besos y saliva.
Quiero una inconfesable lujuria. Se subleva mi espíritu macilento mi espalda sudorosa se inclina sobre un cuerpo que parece ardorosa convulsión del infierno.
Quiero un goce satánico dos piernas que agonicen de estertor y dos manos que perturben mi agónico sentido.
No recuerden mis cánticos. Mis alas están yertas. Tan sólo quiero una mujer y su nefasta dulcedumbre.
HISTORIA DE ÁNGELES III
He pecado se dijo el ángel y una repentina oscuridad asomó a su mirada (antes sus ojos eran dos alondras) dos pájaros muertos se asomaron a sus ojos.
He pecado y debo aguardar mi castigo. Mientras tanto cavaré una tumba para dos pájaros muertos.
HISTORIA DE ÁNGELES IV
Vean, por el sendero sin retorno va un ángel ciego Nadie llora por él, nadie lo nombra. A veces, lentamente, gira su torso blanco, y mira hacia nosotros con sus ojos vacíos.
HISTORIA DE ÁNGELES V
No quiero tu castigo, Señor, apiádate No he de volver al mundo con este traje estúpido. Pisotearé mis alas de cartón. Escupiré la muselina barata de mi túnica. Arrojaré al infierno mi aureola plastificada. Y si has de llamarme nuevamente rebelde Quiero volver a la tierra como el más oscuro de tus hijos.
MOVIMIENTO
Hay que mover la vida, hay que menearla como la cola de una lagartija. Hay que alzarla como un paraguas rojo. Hay que ensartarla en el tiempo como un puñal de oro.
Y que huya la muerte con sus dientes de plástico que corra infeliz que sienta escalofríos.
Hay que mover la vida con un movimiento de tren imprevisible. Que cruce las fronteras de lo mágico. Que pague los pasajes definitivos.
Y en asiento de primera clase observe su propia carrera por la ventanilla presurosa de una premura insufrible, atareada en la perspectiva de lo último.
LA VIEJA DAMA I
Vieja dama pretenciosa recoge tu pañuelo de narices. El tiempo es una hormiga que labora y enreda sus largas piernas en interrogaciones. Gesticula la hermana de la sombra, promete con sus gestos la fiesta de la especie. Vienen los entendidos a caballo en escobas. Aguardemos el día en que los empresarios de la industria inefable resuman los empeños de tanto loco suelto la artillería inútil, los vuelos repentinos. Y abordemos el silencio con un clamor oculto.
Querida dama vieja saca brillo a tus muebles frota sus estupendas cubiertas de caoba obliga tu riñón cansado a la ternura extiende un aire primaveral al laberinto de tu entretecho. Que le den alimento a tu animal embalsamado. Esperemos la hora convenida. El retumbar de los tambores providenciales.
Llegará la esperanza necesaria llegará la inocencia necesaria. Desnuda tu cuerpo ajado cruzado de infortunios, tu mirada colgante, la jarra desconchada de tu boca, la servidumbre gris de tu peluca, pero aún así, la sinfonía la música grandiosa que aturde las esferas un llanto que podría ser violines una mano de perra pomerania y el perfume que inunda tus brazos generosos tu aurora que sonríe descolgada del cielo la protuberancia doble de tu barbilla y esa imagen de Reina incomprendida.
LA VIEJA DAMA II
Oh! Vieja, vieja dama el exquisito estertor de tu melancolía (tus cuadros anacrónicos durmiendo en las paredes, del embargo inevitable de tus objetos de arte...) Cómo brillan tus ojos! En el temblor diabólico de tus senos se agita una mudez de serpiente proscrita.
Ahora quiero oírte. Da rienda suelta a toda tu imaginería. Que se pongan lustrosos uniformes tus muertos. Que desfilen erguidos con sus cuellos de espuma. Que sus piernas de nunca se disputen el paso. Que se amarren en música sus manos carcomidas. Que tus turbios recuerdos crezcan y se abalancen sobre tu vientre plácido como una lagartija gigante que perdure y se extienda verde y definitiva.
Y en un rincón cualquiera del alma mi vieja, vieja dama posesión incompleta mi dulce prometida.... Unas sábanas blancas esperando la noche. Monogramas de luna brillando estremecida. Tu cuerpo de muchacha, lo virginal, tu cuello como una rosa blanca la luz azul de tus pupilas....
ARTISTA
Vacío de mí mismo (tengo anteojos de astronauta y zapatos de buzo) equivoco una vez más el camino.
Solemne como un mármol me instalo en los lugares públicos más visibles dispuesto a las minuciosas miradas con que intentan definir mis piruetas los examinadores.
Inexperto y contrito gesticulo y ofrezco mi vil mercadería atributos de fraile provinciano, medallas inservibles, y un sin número de buenas recomendaciones.
En un paso de baile inauguro el ritmo presuntuoso y ostento un galardón inapreciable tras mis pasos sucumben los estetas atónitos de fraude.
HUIDA
Las axilas del ángel huelen a promesa rota. Se detuvo el carromato en la funeraria de la esquina bajaron una monja congelada con una gran sonrisa abierta sobre la calle como un temblor espléndido. La muerte se ha enseñoreado su peluca maltrecha perfuma los rincones paraliza el trafico interrumpe programas culturales. Se desploman inerte los poetas se cortan las venas en alaridos que silencian los ruidos de la noche. Cuelgan desnudos los cadáveres. Ya no fornicarán. Ya ninguno querrá orinar en un rincón cualquiera Toda preparación o diploma resultaría inútil en esta situación resuelta para siempre. Los deudos gimen, escriben con tiza verde sobre las paredes blancas maldiciones que a todos aturden y a ninguno alcanzan, ataques a dios, al demonio, a quien sea. Bajan las cortinas los hoteles, cuelgan carteles pidiendo conmiseración los almacenes ya nadie negocia sin antes pedir la extremaunción. Los sacerdotes empeñan candelabros las ancianas manosean relicarios y un gato gris huye sobresaltado por el callejón que conduce a una nueva geografía.
MEMORIAS DE UN PÁJARO ASUSTADO
Yo vivía contigo en el rincón más protegido de la sorpresa guardábamos juntos la entonación precisa de las horas.
Y así fue que comenzó nuestra historia de impiedades. Tu moral y la mía carecieron de la fuerza necesaria. Yo brincaba en la esperanza de conducirte de la mejor manera a otro lugar, menos definido, a un sitio perfecto para el alumbramiento de la forma.
Y ahora suena arcaico decir ¡Ay de mí! No es vigente reclinarse desnudo contra el trébol. Se considera al borde de lo promiscuo un beso arrebatado a todo lo que dan las intenciones. Por eso, ave amiga, tengo que transitar con este aspecto de funcionario público.
Y yo que habría querido ser mago. Apagaste mi lámpara y me quedé colgando en tu insolencia como un pájaro asustado recordando sin motivo su peor cautiverio.
CONDICIÓN Y ALARIDO
de ser libre de condición y de alarido al medio de la calle hurtado el cetro a la canalla oficialmente constituida en mí me hago presente
de lujoso desvarío virginal Productores ufanos de quimeras lánguidos sacristanes me devoran
y me doy vale de fracaso triunfalmente acosada sin menoscabo de lo simple me convierto en gimnasta me doy de golpes en el pecho me transformo en ventana y me columpio
la que orinaba sin compasión en el piano antiguo la que meneaba su cola justo en la enciclopedia cuando marcaban la hora exacta los campanarios
(aunque vagamos, justo es decirlo, tras los sahumerios no comprendía el alcance mismo de mi esperanza ni las palabra almibaradas con que la atraje
túnicas cortas y estrafalarias caligrafías en actitudes de colegiala versos que a veces fueron recopilados en almanaque
rancios pescados, cebollas fritas, nombres ilustres con todo aquello confeccionaba sus comistrajos y era tan ciega la pobre vieja que me asfixiaba por eso tuve sin compasiones que asesinarla
en torno al cuello de la poesía, le di de palos cuando la tuve semidesnuda logré zafarme sus piernas flacas en las costillas se me enterraban
entre los golpes y las promesas de vida nueva de conseguirle un vestido digno para su muerte
hoy se termina el plazo para todo No habrá culpa que pueda postergarse de tal forma La boca debe abrirse hasta la vida
algún perfecto inválido en familia dale tus cosas tus lunas tus dibujos Hazlo feliz a palos si es preciso Un beso para todos esta tarde que el plazo se termina |
Antología >