CAZA
DE FAMILIA
(fragmentos)
TODO empieza con el padre:
irradian su luz
los labios del que lo nombra.
Las habitaciones existen porque él las ocupa. Según los
rasgos de su rostro la mesa se dispone. En la ventana su vaho empaña los
cristales. Su vista penetra la tiniebla con una lanza de claridad, a pesar de
su mano casi piedra, que golpea con amor e infinita violencia
el cuerpo entumecido de los hijos.
EL PUNTO es un refugio.
(Ahí vive el aturdido
escriba),
la
coma es la ventana de la prosa,
(entra el aire tibio de agosto y seduce
tus piernas muslos
suaves
como suaves en tu oído son las vocales)
El punto es casa aparte.
Comillas que son “candiles”
lámparas
de tu lectura.
Decía el padre de las cosas que la escritura es
propiedad.
Por eso escribo tu voz
para que me llames desde aquí,
en esta cacería del habla.
ASUNCIÓN
(fragmentos)
I
Yo no conocí al odio
como se conoce al árbol.
No lo conocí en la raíz
de la traición
ni en el tronco de la
furia,
ni supe de él
por los frutos de la
venganza.
Yo conocí al odio en el
espejo.
XI
Ahora sé de tu palabra
por la mía,
mírame cantarla como un
viejo
alrededor de
cementerios y templos
como una leyenda que a
nadie logra arrancarle el sueño.
Levanté mi furia
y la derramé sobre el
mundo,
fue mi frente
testigo de la tormenta
y nunca pedí el perdón
que se les otorga a los heridos.
Ahora entiendo que no
hay caminos:
el pie y el paso son
una ilusión inútil
que permite que el ojo
sea un eje ciego
entre el suelo y el
arco del movimiento.
No tuve el hombro del
hombre
por encima de mi
tierra.
Vencedor y vencido,
soy un huérfano
que bajo el yugo de los
nombres
se corta la cabeza.
ENFERMEDAD
DE TALKING
Puso incendio
para el café,
quitó la tapa del cerillo
y se sacudió los perros de la cabeza.
La ventana de su librero
dejaba entrar la caja vieja de zapatos
que días antes había visto envuelta
en el diciembre agrio y tostado del vaso.
Miró su rostro en el cajón:
sintió entonces la pintura correr por su
latido,
ánimo del suelo el de su cuerpo recostado
sobre la fina azotea comprada en Venecia.
Preguntó por ella:
respondió el toc (tic tac) toc de un pájaro
que voló dentro de la licuadora.
-No
sé más de mí-
contestaron las voces terribles de su gripe
que, a estas alturas de la fragancia,
habían ya cocinado una pasta compuesta con
letra de molde.
Dijo adiós,
pero un ligero, casi imperceptible bosque,
le abrazó de pronto, y ella, de sí,
volvió otra vez a lo real
y contempló la cuchara ciega
que buscaba, esta vez,
azúcar por encima de la mesa.
DEL MIEDO
Lo malo es la
infancia
cuando el niño
es el enemigo del niño.
En la paredes
busca soledad para matar a Dios,
orienta
parvadas con sus
inexplicables trucos de magia,
en una libreta
anota con rencor el nombre
y la fecha de
sus más íntimos contrincantes.
Afuera de la
celda
le espera un
grupo de miedosos
él se une,
luego se rebela,
nadie le sabe
decir: acerca tu rostro a la flama,
hermano,
el fuego quemará tus pocas perversiones.
Y quiere o no
quiere
pero ya usa
mayúsculas cuando escribe DINERO
y teje como su
tía la tuerta
un gran manto
para cuando sea rey.
Da vuelta
y notan que algo
oculta,
en el camino le
señalan,
le dicen: tú, acerca tu rostro al agua y lava esa
abuela y quita tu mancha.
Pronuncia como
se debe,
corre y no sabe
qué hacer con
tanto miedo.
Con tanto miedo,
no sabe si lo persigue su infancia
o es la adolescencia embistiéndolo a media
noche.