Efraín Bartolomé (Ocosingo, Chiapas, México, 1950). LIBROS:
Ojo de jaguar, Ciudad bajo el relámpago, Música solar, Cuadernos contra el
ángel, Música lunar, Partes un verso a la mitad y sangra, y Fogata con tres piedras, entre
otros. Su obra ha sido reunida en los
volúmenes AGUA LUSTRAL, Poesía 1982-1987, Col. Lecturas Mexicanas
del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1994; OFICIO:
ARDER, Obra poética 1982-1997, Universidad Nacional Autónoma de México,
México, 1999; y EL SER QUE SOMOS, Antología poética., Editorial
Renacimiento, Sevilla, 2006. PREMIOS:
Premio Ciudad de México, Premio
Nacional de Poesía Aguascalientes, Premio Carlos Pellicer para obra publicada,
Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen; Premio Internacional de Poesía
Jaime Sabines. DISTINCIONES: Recibió en 1998 el Premio Chiapas de Arte,
máxima distinción que concede el Gobierno del Estado de Chiapas a sus artistas.
En 1999 recibió la Ledig Rowohlt Fellowship en Suiza. En el 2001 recibió
en los Estados Unidos el International Latino Arts Award. En el 2002 fue
elegido Stipendiaten por la Landeshauptstadt München Kulturreferat, en
Alemania. En 2005 representó a México en la Primera Cumbre Poética
Iberoamericana en Salamanca, España. Hay traducción de poemas suyos al inglés,
francés, portugués, alemán, gallego, árabe, náhuatl, maya peninsular y
esperanto.
INVOCACIÓN
Lengua
de mis abuelos habla por mí
No me dejes mentir
No me permitas nunca ofrecer gato por liebre
sobre los movimientos de mi sangre
sobre las variaciones de mi corazón
En ti confío
En tu sabiduría pulida por el tiempo
como el oro en pepita bajo el agua paciente del claro río
Permíteme dudar para creer:
permíteme encender unas palabras para caminar de noche
No me dejes hablar de lo que no he mirado
de lo que no he tocado con los ojos del alma
de lo que no he vivido
de lo que no he palpado
de lo que no he mordido
No permitas que salga por mi boca o mis dedos una música falsa
una música que no haya venido por el aire hasta tocar mi oreja
una música que antes no haya tañido
el arpa ciega de mi corazón
No me dejes zumbar en el vacío
como los abejorros ante el vidrio nocturno
No me dejes callar cuando sienta el peligro
o cuando encuentre oro
Nunca un verso permíteme insistir
que no haya despepitado
la almeja oscura de mi corazón
Habla por mí lengua de mis abuelos
Madre y mujer
No me dejes faltarte
No me dejes mentir
No me dejes caer
No me dejes
No.
EL ORO MÁS PULIDO
Cada
vez que le descubro a mi mujer un gran poeta
y la convenzo con mi entusiasmo y mi memoria y mi alegría
y ella lo lee y lo nombra y lo disfruta
arde mi corazón con unos celos miserables
¿Por qué se me adelanta ese canalla?
¿Por qué escribió los versos que yo pude escribir
si acaso el tiempo el mundo el improbable azar...?
¿Por qué?
Y me pongo a sufrir largos minutos sintiendo como ortiga por dentro
mientras ella recuerda o cita o pronuncia en voz alta
los versos las imágenes el oro musical que yo le convidé
Y me arrepiento de haber puesto en sus ojos
de haber puesto en su alma
un rival que (¡afortunadamente! dice
el lado egoísta de mi corazón)
ya está muerto o ya es muy viejo o vive en un país tan lejano
o no habla nuestra lengua
Pero pasan los días
y no puedo dejar de poner en su alma
una nueva ración del oro más pulido del espíritu humano
Porque a pesar del vidrio molido de mi resentimiento
¿cómo podría ofrecer a mi amada
un manjar menos rico
una mesa más pobre
unos enclenques versos tartamudos o sosos?
Y me pongo a sufrir otros largos minutos...
Luego todo se aclara
y me siento más santo por el resto del día.
TROZOS DE SOL
La
tempestad ha comenzado a grabar su nombre sobre el polvo.
Tengo hambre, tengo dolor, tengo tristeza,
tengo un deseo profundo de confundirme con el mar,
de integrarme a la piedra,
de perderme en el aire podrido de la ciudad.
Quiero tocar la fuente del rayo.
He visto la luz postrada.
He visto sonrisas para estrangular.
He visto una flor roja en la sien del Enemigo.
Sé bien que la Mujer, viendo hacia atrás,
alcanza a ver más lejos hacia adelante.
Lo sé bien: una mujer desnuda
hace brotar un dios en cualquier miserable.
Al pie de un cerro cruel
hay una piel colgando de un árbol espinoso:
alguien sube a ofrendarse para glorificar tu nombre, oh Diosa.
Un día me dio por escuchar los ruidos de la noche.
Por eso estoy aquí.
Miradme: desolado.
Una ele nomás y heme aquí: desollado.
He soñado.
Sueño que una soberbia estrella de diamante quema mi corazón.
Sueño en caer.
Sueño una lenta noche precipitándose conmigo
hasta la boca del Infierno.
Hasta la última roca desolada.
Soñé que mi corazón era mi Madre.
Soñé que mi cerebro era mi Padre.
Soñé que mi mujer era la Noche.
Mi hermana era la Muerte.
Mi corazón oscuro era el Viento del Sur.
Por eso pude alimentar el día.
Por eso tengo el corazón deshilachado. (Altura, Madre, Altura!)
Por eso arrojo estos poemas al crepúsculo:
trozos de sol,
como monedas sucias.
(De
Partes un verso a la mitad y sangra)
CUADERNOS CONTRA EL
ÁNGEL
Este cuaderno pesa
Es pura luz
Es pura sombra:
es mi sangre
total cargada de sentido.
2
Escribo este
desorden
Soplo este polvo
estéril esta hojarasca esta ceniza sucia
como quien
escupe una brasa un alacrán un trago de vitriolo
Los hombres pasan movidos por el viento de la preocupación
Pasa un largo silencio
Pasa un dolor como un recuerdo oscuro
Pasan las palabras iluminando la noche
dolorosamente
Abro este verso para que entre por él todo
el aire nocturno
Para que entre por él la palabra que no se ha
dicho aún la bienvenida
la palabra de seda neblinosa y caliente
que un día atravesara un territorio hostil
de ademanes y ruidos y palabras ajenas
y unió tu mano con mi piel
mis labios con tu cuello
Bienvenida la palabra que no se ha dicho
aún:
la tenue lluvia cálida
que comienza a caer
aquí:
5
Un tropel de
bisontes en mi sangre rojísima
Un aguardiente
ronco me rasga la garganta
Cruje revienta derrama sus rotas letras turbias tibias
amargas
Agua dolorida de
todos los días
Trago de vinagre
Tronco derribado
por el más estúpido rayo kamikaze
El rayo más
brutal estalla en mis costillas:
astillas
Me pone alas en
la frente enferma
Ensombrece mi
turbio corazón que suena
Que sueña
que tenía un hermoso
vergel y dos serrallos
un ejército
enorme de estúpidos vasallos
y una infinita
colección de casullas para ornar sus caballos
El corazón en
sombras el sombrío el sembrado de asombros
el desnudo el pobre corazón como un puño aplastado
como un perro
sin patria
atropellado roto
tajado destazado por los dientes rojizos
de la calle : el perro destrozado
Un hervor inhumano me sube a la
garganta
Rumio trozos de
carne como espesas palabras
El sol cae a
plomo sobre mi cabeza rota que golpea la roca del aire
El agua se
enciende
Arroyos cercanos
ensayan cascadas
El sol cae a
plomo
Desmaya su
aplomo
Se desploma el pomo de su espada rubia
Hace una fogata
verde sobre el árbol
y suben por
dentro del tallo
los rayos
cargados de
palabras densas los verbos
amados la sangre la tierra
humo de
cigarros alcohol y relámpagos
encendidas venas
de amoroso hierro
torrentes
rabiosos ríos de puñales que hieren
que rompen
que encienden la furia
de su fuego negro:
el aire apesta
la mujer sonríe
el hombre bala
el tigre pía
el gusano
relincha
el burro toca la flauta
el poeta escupe
a las horas amargas sus cuchillos ágiles
Un carbón
ardiendo le quema la aorta
Sube por su
pecho un río de luz roja
Un rugido
destroza su garganta
Y en una
bocanada de diamantes
el poeta
pronuncia su palabra.
(De Cuadernos contra el ángel)