¿Es la poesía un oficio inútil en tiempos de
penuria?
Por Ramón Cote Baraibar
Podríamos, para contestar esta
pregunta, haciendo una pregunta a la inversa: ¿es la poesía un esfuerzo inútil
en tiempos de abundancia? O más bien, podríamos generalizar un poco: ¿es la
escritura/narrativa/poesía/dramaturgia un oficio inútil en tiempos de penuria?
Creo que las mismas variantes demuestran una cosa: a) que la poesía existe, b)
que siempre habrá tiempos difíciles, c) que es un oficio, sea inútil o no.
El hecho de que la poesía haya sobrevivido más de
5000 años es prueba suficiente de que nada podrá quitarla del medio, de un
plumazo, como quien dice.
Respecto al calificativo de inútil habría que hablar
un poco más detenidamente: ¿inútil para quién o para qué? Existe una tradición
anglosajona de estirpe calvinista que ha hecho carrera en el mundo desde hace
varios siglos, la cual consiste en medir la cosas según su funcionalidad o por
su carencia de funcionalidad. Desde este punto de vista por supuesto la literatura
en su totalidad, salvo aquella que tenga un marcado tinte moralizante,
ejemplificadora, es un cero a la izquierda. Si no enseña, si no es patrimonio
de la moral, si no es correcta, entonces es inútil.
Pero como somos muchos los que nos negamos a apoyar
esta visión tan estrecha, maniquea, estrecha y bisoña, creo que la poesía nace,
crece se reproduce y no muere. Si se escribe en una cárcel, como lo hizo San
Juan, Nazim Hikmet, Maldestamm, Miguel Hernández, Roque Dalton y tantos otros,
como lo que se escribe en libertad y en medio de un paisaje bucólico, es algo
que nos tiene que tener sin importancia, porque, en definitiva, lo que vale es
su calidad y en segundo término está su circunstancia. Por supuesto que su
circunstancia es enormemente valiosa, pero por lo mismo no podremos juzgar a un
poeta si es mejor o peor que otro porque ha estado en prisión o porque vive en
una tranquila calle en un bucólico pueblo suizo.
En el medio en el que vivimos, creo
que no hay nadie aquí presente que pueda decir que ha habido tiempos buenos. En
Colombia todo tiempo pasado fue peor y, tal como están las cosas, todo tiempo
futuro será aun peor. Entonces, ¿tendremos que esperar mejores tiempos para
escribir? Creo que la respuesta se cae de su peso. La literatura, el impulso
creador, se mueve a otro nivel. No conozco ningún escritor que considere la
posibilidad de escribir por el solo hecho de que sea útil o inútil. Y si lo
piensa no es un escritor sino un vendedor de aspiradoras a domicilio. Y si
espera mejores tiempos, pues morirá en medio de sus cuadernos de hojas blancas,
inmaculadas, sin una letra encima.
Nada es fácil. Como dijera alguna vez el gran poeta
Emilio Adolfo Westphalen: “Empeño manco este esfuerzo de juntar palabras”. Así
seguirá siendo hasta el fin de los tiempos, de penuria o de bonanza, y sin
importar que sea útil o inútil. Lo importante será este empeño manco, frase que
seguramente le habría encantado a Cervantes.