Bucólica a Leopoldo María Panero
Algún día nos cansaremos de errar por estos valles de comedia Pastores sin rebaño. Ovejas negras La marea de los pastos peinados por la sed de los alisios recorriendo la erguida estepa de la muerte. Dejaremos entonces a un lado las zaleas y vendremos los lobos de uno en mil, cantando
Lanzarote
Sobra decirlo todo, pesa como lluvia la música y el incendio se aleja exasperado por las voces que hurtó de la memoria. Este, mi aprendizaje a golpes de molino, a trechos de espada sin saber si valía la pena tanto gozo El cuerpo insiste en su caída, busca en el vértigo su bandera y en la desolación los cantares de siesta de tu nombre. Tal un amargo vino que pulsara la boca derramada, las venas tristes por un mar del Norte
Herir
Es un lugar común describir la faena que protagonizan los amantes y al final no se sabe cuál de los dos es el toro La novia empitona sus pechos para las armas del hombre El diestro juega a no ser tocado Ambos embisten, Alguno es el primero que sangra
Vencer al Minotauro
De la valiente Ariadna no pude retener sino el oro más fino de sus cabellos Celoso por el padre que la desposaría con la muerte, me adentré en la ciudad sin saber qué recodo de mi sombra ayudaría a vencer al Minotauro Consciente de haber sido una esperanza nada más, fruto de la inconsciencia heroica, a seiscientas doncellas que serían sacrificadas las hice mis esposas. Discretamente ungido por sus besos, me deslice en la noche, tembloroso y ebrio, desvelado por las arpas que el viento tañía entre sus muslos y la miel que vertieron en sus labios Llegué hasta aquí, pero me siento solo y aburrido Extraño vuestros mantos, los peines delicados con que ordenáis el tiempo, vuestros raros perfumes Sería tan hermoso ser el más miserable de todos los esclavos
Paradiso
De todo esto quedará para ti la memoria de un árbol Hoja que se desprende para dejar el tacto gastado de raíz Ausencia que habitamos con los huesos ennegrecidos por el fuego Agua del torso, desnuda flexión del brazo que sostiene a la estatua En espera del reino por venir, fluye tu gracia confundida con el oro Al margen de la niebla, mi olvido es un relámpago –equivoca el sitio donde cae He aquí los nombres comunes al invierno: He aquí la canción del gavilán extasiado en la belleza del Diluvio
Los poemas pertenecen al libro Palabras para sobrevivir en el desierto, 2007. |
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