UNA FECHA Y EL MAR
Una vez, un pescador se fue cortando al viento; tiró la red, la recogió vacía; en tanto ensangrentado el sol con todo el peso de su cuerpo se arrimaba en la tarde. De pronto, el mar comenzó a sacudirse como animal mojado; el pescador cayó en brazos de las algas; en la espina de un pez se fue su corazón, aguas abajo, y en la porosa playa ese día encontraron un pedazo de sal semejante a una lágrima.
MÍA
Oh rota, oh carcamal, recontra mía, hasta cuando no pueda más; hasta la cacha mía; en las malas y en las peores pegada a mí, a mí adherida; pereciente ventosa, liquen, jarro viejo, queloide, que a veces da vergüenza acostarse contigo. Como los que no pisan en el suelo yo renegué de ti, yo te mandé a comer en la cocina; al virar las esquinas te pateaba pero tú me seguías; para dejarte atrás me ponía a volar pero tú me seguías; me emborrachaba y vomitaba pero tú me seguías y cuando me quitaba la peluca de las buenas costumbres y me tiraba de cabeza en el silencio al lado me gemías como un perro. Tú me comprendes, las mujeres a veces, te echaba a que durmieras en la calle, me escondía de ti, pero tú me seguías y hasta hubo un momento que llegué a creerme demasiado bueno para ti, pero igual me seguías. ¡Oh! miísima, ¡oh! contrahecha, ¡oh! patoja, ¡oh! tuerta, ¡oh! desdentada, bacinilla de a perro, ¡oh! vida sarnosamente mía, he regresado a ti hasta que llegue el día en que no puedas soportarme.
LA ADVERTENCIA
Un día le regalan a uno una palabra y uno la pone al sol, la alimenta, la cría, la enseña a ser bastón, peldaño, droga anticonceptiva, garra, analgésico, brecha para el escape o parapeto. Uno le saca música, la pinta, la vuelve más pariente que un hermano, más que la axila de uno. Uno la vuelve gente y en los instantes débiles hasta le cuenta las cosas subterráneas de uno; pero cría palabras y un día te sacarán los ojos.
LA DROGA
La más inofensiva, la más sana, la que nunca produjo salpullido a nadie; la que hasta ahora que yo sepa a nadie le ha pasmado la alegría; la pájara, la pajarita que nos hizo volar sin ser aviones; la que a mansalva nos hizo sudar miel, quedar absortos hasta sacar en conclusión que el mundo lo teníamos cogido como a una lagartija por el rabo. Ese licor, o si usted lo prefiere esa licora que nos hizo espumear sin ser cerveza, que nos hizo calor en pleno frío. La rica, la pura gozadera que no daba adicción ni efecto de rebote ni sueño dependencia y así todo al respecto. La bizca, la bizcacha, la tuerta, la tuertacha que nos hacía ver todo bonito y de colores. Esa descabellada primavera, ese frescor sin nombre, ese aroma sin cara, esa borracha borrachera que nos exacerbaba el apetito para que devoráramos las fechas y las calles. Esa droga, ese placebo que no era cocaína, ni peyote, ni crak, ni lsd ni marihuana; esa droga que en nada coincidía con un ave y sin embargo era más ave que las aves. Esa destartalada, esa chúcara fruta que nos hacía sufrir delirios de grandeza, alucinaciones, vahídos y sin embargo teníamos más salud que los toros. Esa recontramuerta, esa enterrada viva droga de la juventud.
LIMPIEZA GENERAL
De un puntapié acabar con la ventana. Desde el último piso tirar el terno nuevo, el nombre, la lascivia; despojarme del ansia y los papeles; arrojar a la calle las mentiras, las muelas que me sobran, los amigos; botar la basura, la calvicie y por fin, sin pagar el arriendo sin avisar a nadie, irme donde me dejen ser una página en limpio. |
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